martes, 5 de mayo de 2009

El Alpedismo

El alpedismo es la práctica o efectuación de “estar al pedo[1] , expresión lingüística de tipo localismo coloquial utilizada habitualmente en países latinoamericanos, cuyo significado varía de acuerdo al territorio. No debe confundirse este término con el de “estar en pedo”, ya que su significación es claramente disímil.

Por un lado, en países sudamericanos, tales como Argentina, Uruguay y Chile, la expresión “estar al pedo” es utilizada para referirse a “estar sin hacer nada importante”, “estar sin tener nada que hacer” o “perder el tiempo”, es decir, como sinónimo de ocio, descanso o aburrimiento[2] ; mientras que el coloquio “es al pedo”, se utiliza para constatar que algo es vano o inútil.[3]

Por otro lado, en otros países, como por ejemplo México, la expresión “estar al pedo” es empleada para aludir que algo “está bien”, que “está de acuerdo a lo esperado”, que “está a la altura de las circunstancias”, etcétera.[2]

Finalmente, en contraste con lo anterior, los coloquios “estar al pedo” en Venezuela y “ponerse al pedo” en México tienen el mismo significado que “estar en pedo” o “ponerse en pedo” para otros países sudamericanos como Argentina y Uruguay. En éstos últimos, la expresión “estar en pedo” es empleada para indicar ebriedad, locura, estupefacción, desquicio etc.[2]

Ojo compuesto


Un ojo compuesto es un órgano visual que se encuentra en ciertos artrópodos como insectos y crustáceos. Consiste en la agrupación de entre 12 y varios miles (6.300 en Apis mellifera) de unidades receptivas llamadas omatidios. Los omatidios son unidades sensoriales formadas por células capaces de distinguir entre la presencia y la falta de luz y, en algunos casos, capaces de distinguir entre colores. La imagen que percibe un artrópodo es el conjunto de señales de los múltiples omatidios orientados en direcciones diferentes. Contrariamente a otros tipos de ojos, no tiene una lente central o retina, lo cual implica una baja resolución de imagen. Asimismo, el ojo compuesto es capaz de detectar movimientos rápidos, ve un amplio rango de ángulo sólido y, en algunos casos, percibe la polarización de la luz.

Cada omatidio consiste en una lente y un rabdómero, que consiste en un grupo de células receptoras visuales puestas en paralelo o ligeramente giradas.

Hay dos tipos básicos de ojos compuestos:

  • El ojo de aposición que se puede dividir en dos grupos. El típico ojo de aposición tiene una lente que enfoca la luz proveniente de una dirección sobre el rabdómero, mientras que la luz proveniente de otras direcciones se absorbe en las paredes oscuras del ommatidio. El otro tipo de ojo de aposición se encuentra en el Strepsiptera, en el cual cada lente forma una imagen, y las imágenes se combinan en el cerebro. Este ojo se llama ojo de superposición neuronal u ojo esquizocroal compuesto.
  • El segundo tipo se llama ojo de superposición. Se divide en tres tipos: superposición refractante, superposición reflectante y superposición parabólica. El ojo de superposición refractante tiene una obertura entre la lente y el rabdómero y no tiene pared. Cada lente refleja la luz en un ángulo igual al ángulo que la recibe. El resultado es la formación de la imagen en la mitad del radio del ojo, donde hay situadas las testas de los rabdómero. Este tipo de ojo se encuentra normalmente en insectos nocturnos. En los ojos compuestos de superposición parabólica, que se encuentran en artrópodos como las efímeras, cada faceta de la superficie del ojo contiene una superficie parabólica que recibe la luz de un reflector y la enfoca sobre una matriz de sensores. Los crustáceos de cuerpo largo como gambas, langostinos y langostas son los únicos que tienen ojos de superposición reflectante, que también tienen una obertura pero que en lugar de lentes utilizan diedros de espejos.

Hay algunas excepciones de los casos anteriores. Algunos insectos tienen lo que se denomina un ojo compuesto de lente simple, que es un caso intermedio entre el ojo compuesto de superposición y el ojo de lente simple que se encuentra en los animales de ojos simples.

El cuerpo del Ophiocoma wendtii, un tipo de ofiuroideo, está cubierta de omatidios, convirtiendo toda su piel en un ojo compuesto.

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Ojo_compuesto

La Navaja de Occam

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/La_navaja_de_Occam

La navaja de Occam (navaja de Ockham o principio de economía o de parsimonia) hace referencia a un tipo de razonamiento basado en una premisa muy simple: en igualdad de condiciones la solución más sencilla es probablemente la correcta. El postulado es entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem, o «no ha de presumirse la existencia de más cosas que las absolutamente necesarias».

Esta expresión designa el principio metodológico de exigencia de simplicidad elaborado en el siglo XIV por Guillermo de Ockham (ver cita). Se conoce también como principio de economía del pensamiento.


Es un principio atribuido al fraile franciscano inglés del siglo XIV Guillermo de Ockham que forma la base del reduccionismo metodológico. Este principio ya formaba parte de la filosofía medieval aunque fue Occam quien utilizó este principio de forma filosófica. Sin embargo, no solamente es un principio metodológico sino que, además, tiene características gnoseológicas y ontológicas.

Pluralitas non est ponenda sine neccesitate o la pluralidad no se debe postular sin necesidad. En su forma más simple, el principio de Occam indica que las explicaciones nunca deben multiplicar las causas sin necesidad. Cuando dos explicaciones se ofrecen para un fenómeno, la explicación completa más simple es preferible, es decir, no deben multiplicarse los entes sin necesidad. Si un árbol achicharrado está caído en tierra, podría ser debido a la caída de un rayo o debido a un programa secreto de armas del gobierno. La explicación más simple y suficiente es la más probable —mas no necesariamente la verdadera, según el principio de Occam. En el caso del árbol, sería la caída del rayo. Por ejemplo, si uno se encuentra en una ciudad y escucha galopar, es posible que trate de caballos o cebras, pero se debe optar por considerar que son caballos ya que es la opción más probable (aunque no es necesariamente la verdadera).

Esta regla ha tenido una importancia capital en el desarrollo posterior de la ciencia.